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Se puede decir con un margen de error pequeño, que todos los envidiosos son además, traidores.

No creas que aunque todos hagan algo mal, está bien hecho.

 

 

 

Las metáforas de nuestra vida


Por más que observo un botón en su ojal, símbolo por cierto, muy yin yang, no consigo saber quien sujeta más de los dos.

¿Qué le dijo el ascensor a la escalera?. No le dijo nada porque no sabe hablar, aunque haya algunos que parece lo hacen, pero, si le hubiera dicho algo habría sido esto: Yo consigo subir a la gente sin esfuerzo para ellos. Sí, eso es cierto, -le respondió la escalera-, de igual manera les haces bajar sin esfuerzo.

Un cuchillo nuevo le dijo a una sierra: Qué arrugado que está tu filo, ha terminado haciendo ondas puntiagudas, mientras que yo tengo el filo terso. Eso es cierto, -le respondió la sierra-. Son las arrugas de la vida las que me hacen fuerte, por eso puedo cortar madera, cosa que tu no puedes.

Al igual que el cuerpo del hombre, el clavo y el tornillo terminan en un ataúd de madera, uno a golpes secos, el otro de manera más retorcida.

El viejo televisor se apagó dejando ver el reflejo de aquellos que le contemplaban, entonces una voz se oyó: ¿Ahora qué vamos a ver?.

¿A quién teme el clavo?. Al martillo. ¿A quién desprecia el martillo?. Al clavo. Todo igual a nuestra sociedad, los políticos y grandes fortunas pertenecen al clan del martillo, todos los demás son clavos, pero, ¿qué papel juega aquí la madera?. La madera es creación del martillo, ya que sin ella, el clavo no podría quedarse quieto y esta madera es el producto del miedo a ser libre.

Una cremallera está formada por cientos de pequeños enganches. ¿Acaso hay una unión mayor entre dos partes?. El amor es una cremallera.

¿Qué le dijo el calcetín al zapato?. Sin mi, nuestro señor el pie, pasaría frío y molestias. El zapato le respondió: Y sin mí a ti te saldría un buen agujero y nuestro señor te zurciría la boca.

El ojo izquierdo le dijo al ojo derecho: -Oye, hermano, acabo de ver una protuberancia a mi derecha. El ojo derecho le respondió: ¡Yo también la veo!, pero está a mi izquierda. No puede ser dijo el ojo izquierdo, no puede ser, dijo el derecho. Riñeron a tal punto, cada cual señalando a la protuberancia, que al final les dio una contractura y se quedaron bizcos.

Una oreja estaba mosqueada, pensaba que podía haber otra como ella fuera del alcance de su vista, así qué tramó un plan, decidió plegarse sobre si misma para acallar todo sonido y si una vez hecho esto aún seguía oyendo, sería señal de que había otra oreja por allá, al otro lado de esa inmensa cabeza. Dicho y hecho, la oreja se puso a ello y tras duro esfuerzo logró plegarse y tapar el canal auditivo. Lo que esta oreja no sabía, es que a su compañera se le había ocurrido lo mismo, tal vez por telepatía al ser tan semejantes. El caso, es que se cerraron a la vez, justo cuando el dueño de la cabeza cruzaba una calle, así que no oyó el coche que aproximaba y atropellado murió. Entonces cada oreja por su lado empezó a pensar, tengo razón, solo éxito yo, ya que ahora no oigo nada.

¿Qué le dijo una mano a la otra?. ¡Te echo una mano!.

Dos linfocitos se encontraron en un ganglio linfático y uno de ellos le preguntó al otro: ¡Oye!. ¿Tu crees que existe el Ser Humano?. ¡Qué tontería! -respondió el otro-. No hay ninguna evidencia de su existencia.

Un perro cambió impresiones con el gato del vecino, el cual decía que los humanos preferían a los perros porque éstos les miraban como si fueran dioses. Con esta duda en su mente el perro volvió a conversar con el gato, para que le dijera de qué manera podría conocer si eso era verdad. El gato le dijo que en el momento que dejase de observar a su dueño y señor como un dios, entonces éste se ofendería y le haría daño. Y ¿de qué manera puedo llevar esto a cabo?, -preguntó el perro-, sencillo -respondió el gato-, negándote a hacer lo que te pida. El perro puso en práctica lo dicho y cuando su amo le tiró la pelota para jugar, no fue por ella, tampoco se acercó cuando le llamó y en el momento de la comida, aunque tenía mucha hambre, ni se movió. Entonces su dueño le puso la correa y lo llevó a un lugar donde otro humano con bata blanca le pinchó y luego le hizo una lavativa y otras molestias, mientras tanto, el perro decía para sus adentros, ¡Qué razón tenía el gato!.

El mensaje de la cuchara. Todos conocemos la forma de las cucharas, tiene un lado útil cóncavo y otro convexo. Un paraguas, por ejemplo, tiene su lado útil en su parte convexa. Lo más importante es que ambos lados, dependen el uno del otro o dicho de otra manera, no existe ningún lado convexo que no sea a su vez cóncavo o los dos, o ninguno.

Un tenedor filosofando se preguntaba, ¿por qué me llaman tenedor, sino tengo nada?.

Un cuervo joven le dijo a uno más viejo: -Nuestro tono de voz no sirve para cantar ópera. Bueno, -le respondió el otro-, te sirve para cantar rock & roll.

Una buena idea es como una bombilla, para encenderla hace falta electricidad.

 

Adolfo Cabañero

 


 

 

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